La esgrima tiene sus orígenes en la Edad Media cuando la espada se utiliza como arma defensiva que fue usada para romper armaduras y atacar a los caballeros con escudos. Cuando se va conociendo la pólvora, las armas de fuego van desplazando a la espada como arma de ataque y defensa, pero se va utilizando como actividad deportiva, usándose como entretenimiento y competición, con la ejercitación que requiere para adquirir las habilidades y destrezas necesarias para lograr un manejo efectivo de la espada en los duelos.
En el siglo XV, en España, aparecen los primeros tratados que establecen las pautas para el ejercicio de esta actividad: “La verdadera esgrima” (1472) de J. Pons y “El manejo de las armas de combate” (1473) de P. de la Torre.
En el siglo XVI se introduce en Italia, y el estoque y la técnica italiana (primeramente con el brazo izquierdo envuelto con un manto) se popularizaron en Europa, especialmente en Inglaterra y Francia.
En el siglo XVIII se inventó en Francia el florete, y surgieron distintos estilos de defensa y ataque, así como un vocabulario especial de esgrima.
En el siglo XIX fueron prohibidos los duelos, y ya se enseñaron estas artes de esgrima con fines solamente deportivos y se comenzaron a usar los tiradores, el guante, el protector de pecho y la máscara de malla metálica.
En la esgrima actual se usan tres tipos de armas realizadas en acero templado: el florete, el sable y la espada.
Sobre los finales del siglo XIX, comienzan a aparecen en América maestros europeos, especialmente franceses e italianos, que comienzan a enseñar el arte de la esgrima, con lo que se inician exhibiciones de competidores locales que causan sensación con los lances de la pedana. Y se lucían los floretistas en presentaciones populares.
En Argentina, varios fueron los maestros, como Cesario, Casciani, Bay. Mathieu,Scarani, Mari, Panigazzi, Ferreto, Eugenio Pini que llegados del extranjero, formaron en estas tierras discípulos en el arte del florete, como Aniceto Rodríguez, Centenari, Carbone, Roqué, Piedracueva, Pamé, Nigro y otros, que rápidamente popularizaron la actividad y se hacían encuentros con lances caballerescos y oposición de escuelas y nacionalidades, en sensacionales cotejos que causaban la efervescencia del público, en aquellos primeros estados de entidades como Gimnasia y Esgrima y el Club Progreso de Buenos Aires. Y la generación que los siguió también continuó la saga, con Cándido Sasone y Juan Bay (hijo) entre otros, quienes transmitieron el interés deportivo de estas prácticas a sus contemporáneos, lo que hizo que en los Juegos Olímpicos de París y Ámsterdam, los afecionados participaran en sable y espada. Uno de las figuras sobresalientes internacionalmente fue el esgrimista Roberto Larraz, de meritoria trayectoria nacional e internacional.
En la esgrima moderna se usan tres armas: florete, espada y sable. Fabricadas con acero templado, cada una tiene una longitud máxima de hoja de alrededor de 89 cm; el peso máximo para florete y sable es de alrededor de 500 g y para espada alrededor de 770 g. Desarrollada como arma de práctica y deportiva, el florete es considerada el arma básica y se enseña a todos los tiradores de esgrima novatos. Es un arma ligera y flexible que se usa para conseguir tocados embistiendo con su punta roma; la hoja es rectangular en sección transversal. La espada moderna deriva de la pequeña espada francesa; como el florete, es un arma de embestida, pero tiene una campana o protección de mano más grande, además de ser más pesada y de tener una construcción más rígida.
Los mangos o empuñaduras para florete y espada varían y se eligen dependiendo de preferencias individuales; el mango francés es más curvo y con un pomo en el final, mientras que el italiano tiene una barra cruzada y una banda sobre la muñeca; también hay varios mangos dentados que se agarran como una pistola.
El sable moderno deriva del arma que usaban antes los soldados de caballería. Tiene un protector en forma de hueco, que se curva bajo la mano, y una hoja en forma de T en sección transversal. Los tocados o puntos se pueden conseguir embistiendo con la punta o, produciendo un corte con el filo de la hoja. La competición de sable resulta rápida y emocionante para los espectadores.